Visita a los Everglades: conociendo a los caimanes del sur de Florida
Los Everglades es uno de los parques más famosos, no sólo de los Estados Unidos, sino del mundo entero. En estos humedales hemos visto a Dexter eliminar cuerpos, a Horatio descubrir criminales y hasta a Homer Simpson matar al Capitán Jack, el caimán más longevo de este parque natural de Florida. Hoy, os cuento como fue nuestra experiencia en esta espectacular reserva llena de fauna salvaje.
Lo primero que hay que saber sobre los Everglades es que es una enorme reserva natural de más de 20.000 kilómetros cuadrados formada por humedales, manglares, pantanos de juncos y bosques de pinos. Si tenemos suerte, en este parque veremos animales tan diferentes como nutrias, mapaches, ciervos, serpientes y hasta pumas. Tranquilos, no hace falta tener tanta suerte para acabar viendo garzas, tortugas y a los imponentes caimanes.
Los Everglades se encuentran a poco más de una hora y media desde Miami, y la forma más fácil de llegar es recorrer la US1 Homestad. Esta carretera es una línea recta infinita que atraviesa buena parte de los Everglades, por lo que ya de entrada las vistas de camino a la reserva ya son espectaculares. A nosotros nos llamó especialmente la atención que, durante todo el camino, pudimos ver señales que alertaba de la presencia de pumas en la zona. En España, estos carteles como mucho avisan de que podría haber ciervos cerca…
Nosotros fuimos a los Everglades sin haber realizado ninguna reserva previa, pero esto no es ningún problema. Según vayamos avanzando, iremos viendo una gran cantidad de empresas que se dedican a hacer excursiones en aerodeslizador para recorrer los humedales y ver de cerca (muy cerca) los caimanes de los Everglades. De entre todas las empresas que prestan este servicio, nosotros escogimos Buffalo Tiger. Muchos de estos negocios guardan por detrás algo que no nos convencía nada; granjas de caimanes o espectáculos con estos dinosaurios vivientes. Nosotros, que no creemos en negocios que te permiten sacarte fotos con depredadores mortales como si fueran perritos domésticos, estamos en contra de este tipo de empresas. En varios blogs leímos que Buffalo Tiguer era una de las empresas más responsables y cuidadosas con el medio ambiente.
Llegamos al edificio de Buffalo Tiger, una casa de madera con un puerto junto al río, y preguntamos si podíamos hacer la excursión sin reserva. Sin problema. El precio por persona es de 30 dólares y la ruta dura algo más de una hora. La mujer que nos atendió dijo que tendríamos que teníamos que esperar 45 minutos para la siguiente salida.
Nuestro conductor, un indio de la tribu Miccosuke llamado Fabián, nos dios unos tapones de oídos. El aerodeslizador puede resultar un poco molesto por el ruido que mete. Estos tapones son de gran ayuda aunque no creo que sean imprescindibles. Yo al menos no los utilicé.
Fabián nos fue llevando por el cauce del humedal, a veces sorteando las zonas de juncos y, otras, atravesándolas directamente. El propulsor de este tipo de lanchas está fuera del agua, por lo que navegar por encima de la vegetación no daña el ecosistema. Cuando ya llevábamos unos cinco minutos, hicimos la primera parada. Fabián había visto algo.
Paramos junto a una zona en la que había una especie de balsa natural hecha con juncos y ramas flotantes. Justo encima, descansaban dos enormes caimanes de unos tres metros cada uno. Fabián, del cual seguimos teniendo en duda su cordura, paro a menos de metro y medio de ellos. Pero para el, aún no estábamos lo suficientemente cerca. Comenzó a dar golpecitos con la mano en el agua para atraer a los dos enormes animales, también utilizo un pequeño llavero de madera para simular que eta una especie de presa. Los dos caimanes se acercaron tanto que prácticamente tocaban nuestra embarcación. Nuestro indio favorito, además de demostrar su poco apego por la vida, demostró lo mucho que conocía el comportamiento de estos animales, llegando a tocarles con sus propias manos (siempre de forma respetuosa) sin que éstos llegarán a poner nunca en peligro a nuestro guía. Nos explicó cómo vivían, su reproducción y sus hábitos. Cuando terminó, continuamos con nuestro camino.
Durante el resto del recorrido, fue parando ahí donde veía alguno de estos dinosaurios que, en algunos casos, superaban los tres metros de longitud. Fabián tenía una vista increíble para localizar a estos animales que, en la mayoría de casos, únicamente tenían la nariz y los ojos fuera del agua. Durante todo el trayecto, disfruté muchísimo con la cámara de fotos. Es un regalo poder tener estos animales tan cerca y, personalmente, tanto caimanes como cocodrilos me parecen unos de los animales más interesantes para fotografiar.
Antes de volver al puerto, desembarcamos en una pequeña isla donde había un merendero abandonado. Allí pudimos ver una veintena de crías de caimán entre las raíces de los árboles. Fabián logró atraer a uno de estos caimanes fuera del agua con un trozo de carne. Una vez fuera, el reptil optó por quedarse en el césped tomando el sol. Era increíble lo mucho que imponía este animal, aún sabiendo que si guardábamos la distancia de seguridad, era difícil que pudiera hacernos nada…
Estuvimos en el merendero uno 10 minutos antes de subir de nuevo a nuestro barco y volver. Al final, estuvimos más de una hora en total recorriendo una pequeña zona de los infinitos Everglades. Creo que esta fue una de nuestras grandes experiencias de nuestra aventura por Florida y algo que recomiendo vivir a todo el que visite este Estado.