Una noche con los Lakers
Vivir un partido de baloncesto es una de las experiencias más impresionante que podéis hacer durante vuestro viaje a Estados Unidos. En nuestra ruta por la Costa Oeste, tuvimos la suerte de poder asistir a un partido de los mismísimos Lakers. Os cuento nuestra experiencia…
Antes de nada me gustaría decir que yo no soy un gran aficionado al baloncesto. Es más, ni siquiera soy aficionado. Apenas suelo ver un par de partidos al año y mi 1,75 (siendo optimista) nunca me ha permitido ser un gran jugador. Y a pesar de todo esto, la visita al Staples Center y poder ver jugar a los Lakers me entusiasmó.
Ir a ver a los Lakers no entraba dentro del plan original de nuestra visita a Los Ángeles. No obstante, uno de nuestros amigos (Sam) insistió en que no podíamos perder la oportunidad de ver un partido de la NBA. Y cuánta razón tenía… Justo coincidía nuestra última tarde en la ciudad con un partido de pretemporada de los Lakers. Jugaban en casa contra Utah Jazz de Ricky Rubio. A pesar de ser un partido preparatorio para la temporada, fue impresionante vivirlo desde dentro. En serio, la experiencia es superior a la de un partido de fútbol.
Entrada al Staples Center
Los aficionados comenzaron a llegar a los aledaños del estadio y poco a poco fuimos entrando al Staples Center. Primero pasamos por un control de seguridad donde nos registraron las mochilas para comprobar que no la fuéramos a liar ahí dentro. Hay que ver lo que les gusta a los americanos un buen control de seguridad… Nada más cruzar las puertas de cristal, ya se podía respirar el ambiente a espectáculo. Todo el interior estaba decorado con los colores amarillo y morado del equipo de Los Ángeles. Dentro había varias tiendas con ropa, gorras y merchandising (Carisisisisimas) y una barra donde podíamos comprar cerveza para tomar durante el partido (Carisisisisima… unos 10$ el vaso).
Subimos unas escaleras y buscamos nuestra puerta. Al llegar a la nuestra, una mujer vestida con los colores del equipo nos abrió una especie de cortina que daba acceso a la grada. Fue cruzarla y quedarnos con los ojos como platos. Lo que vimos parecía sacado de una película. Ese campo de color madera, con las dos zonas de tiro libre moradas y el logo de los Lakers en mitad del campo… Todo súper iluminado, con una pantalla en mitad del campo. Lo habíamos visto muchas veces por la televisión, pero verlo allí fue increíble.
¡¡Viendo a los p** Lakers!!
Nos sentamos en nuestros asientos y esperamos a que comenzara el partido. A ver, estábamos lejos, hay que reconocerlo. Pero todavía nos quedaba muchos días de viaje por delante y, a pesar de ser pretemporada, las entradas no eran baratas. Los jugadores comenzaron a calentar, a hacer lanzamientos y estiramientos. Desde donde estábamos podíamos distinguir perfectamente a los jugadores, aunque personalmente solo conocía a dos o tres de ellos…
El partido comenzó y lo que más me llamó la atención es que la música sonaba durante el juego. Todo el rato. Cambiaba cada vez que la posesión cambiaba de equipo. También había una banda que tocaba en directo mientras los jugadores seguían jugando. El lema parecía claro; música guay para cuando los de casa tenían el balón y cutre para cuando lo tenían los rivales. ¡Era una locura! Además, la pantalla gigante del centro del campo animaba continuamente al público a aplaudir, a abuchear al rival o a gritar. Durante las interrupciones, la cámara y la pantalla interactuaban con el público. No solo había la típica kiss-cam, también “obligaban” a bailar o ponían filtros para que los elegidos hicieran tonterías. Esto ayudaba mucho a amenizar el partido, sobre todo teniendo en cuenta lo que puede llegar a durar un partido de baloncesto…
Al final ganó Utah por 99-105 pero eso fue lo de menos. Ir a ver un partido entre dos equipos de la NBA fue una auténtica pasada. Yo se lo recomiendo a todo el que visite Estados Unidos. Nuestras estradas costaron unos 30 dólares y lo disfrutamos como enanos.