RUMANÍA: LO MEJOR Y PEOR DEL PAÍS BALCÁNICO
Rumanía es uno de los últimos países de nuestro continente antes de adentrarnos en territorio asiático. Es un lugar lleno de naturaleza, con hermosos pueblos, ciudades llenas de vida y gente dispuesta a ayudar en todo momento. Pero, como ocurre con cualquier país, no todo es perfecto. Hoy voy a contaros, bajo mi punto de vista, lo mejor y lo peor de nuestro viaje este país atravesado por los Cárpatos.
“En serio, ¿A Rumanía?” Esta de las preguntas que más escuché cuando dijimos que nos íbamos a recorrer el este de Europa. Otra pregunta que escuché mucho fue: “Iréis a ver el castillo de Drácula, ¿no?”. La verdad es que, a la hora de planear el viaje para estas fechas (noviembre), Rumanía no era una de nuestras tres o cuatro primeras opciones. Nuestro objetivo era ir más al este. Concretamente a sudoeste asiático. Pero los precios estaban por las nubes así que tuvimos que buscar otra opción más económica. Fue aquí donde nos topamos con Rumanía, un país al que fuimos prácticamente por descarte y del que no hemos podido volver más enamorados.
PD: Y sí; fuimos al castillo de Drácula. Y sí, nos pareció una estafa.
LO PEOR DE RUMANÍA
¡Conducir en Rumanía!: Ojo, aquí hay una matización… Antes de ir, todo el mundo nos advirtió de que los rumanos están locos al volante y que tengamos mucho cuidado… ¡ERROR! Después de recorrer prácticamente medio país en coche, puedo decir que la gente de allí no conduce peor que en España. Es más, no recuerdo haber oído una bocina en 10 días. El problema de Rumanía es su infraestructura. La mayoría de carreteras son antiguas, con socavones y de un solo carril. Muy parecidas a nuestras carreteras convencionales, pero con algún que otro agujero. Además, por la zona de Transilvania nos las tuvimos que ver en bastantes ocasiones con una niebla muy densa que impedía ver más allá de los cinco metros. Si vais a alquilar un coche, os recomiendo que cojáis un seguro que os cubra todo porque nunca se sabe lo que puede pasar…
Horas de luz: Probablemente este inconveniente se deba a la época en la que fuimos nosotros (noviembre). Es muy importante tener en cuenta las horas de luz a la hora de planear el viaje. En nuestro caso, se nos hacía de noche alrededor de las 5:30 de la tarde. Esto nos dificultó hacer algunas rutas por la montaña y nos hizo adaptar muchas de nuestras actividades a las horas de luz.
¡Perros por todas partes!: Me encantan los perros. A mí y a los cuatro que viajamos a Rumanía. El país está lleno de ellos y, al contrario de lo que ocurre en otros países que hemos visitado, la mayoría son animales en buen estado de salud y sin ningún tipo de bichos. Es más, pudimos jugar con muchos de ellos. Entonces, ¿cuál es el problema? El problema es que estos perros están totalmente sueltos y debemos permanecer muy MUY atentos cuando estamos conduciendo porque es frecuente que atraviesen las carreteras. E imaginad si a esto le sumamos la niebla de la que hemos hablado antes…
El Castillo de Drácula…: Sí, el castillo de Drácula (Castelu Bran) es uno de los lugares más famosos de Rumanía, pero también uno de los más decepcionantes. Tanto es así que se merece un párrafo para él solo. Es un castillo moderno en el que no vamos a encontrar nada de lo que esperamos. Tan solo recreaciones de muebles, objetos y vestidos de época. Nada por dentro nos hace recordar que estemos en un castillo. Por si fuera poco, han metido la leyenda de Drácula con calzador, así como partes dedicadas a los centauros, ninfas del bosque y a Scream… Sí, sí… ¡SCREAM!
LO MEJOR DE RUMANÍA
Los precios: Rumanía es un país muy barato. Un euro equivale a unos 5 leis rumanos. Por ejemplo, una comida en condiciones, casera, con bebida, postre y café nos salía por unos 9 euros. Los alojamientos allí también son muy económicos. Un apartamento con cuatro camas puede salir por unos 40 euros/noche.
La naturaleza: Si abrís Google Maps y buscáis Rumanía, vais a ver que es completamente verde. La naturaleza allí es espectacular y hay un millón de rutas para elegir… La cascada del Lago Balea, el Lago Rojo, el Parque Nacional Piatra Craiului en Zarnesti… Si os gusta la naturaleza y el senderismo, da igual vuestra condición física; seguro que encontráis un lugar para disfrutar del monte.
Los pueblos de Rumanía: Una de las cosas que más nos gustó de nuestra aventura fue visitar los diferentes pueblos y perdernos entre sus calles. De entre todos, yo me quedo con Sighisoara, ciudad en la que se dice que nació el escalofriante Vlad Tepes. Llegamos allí de noche, con una densa capa de niebla que cubría sus calles vacías. ¡Fue una noche espectacular! También nos encantó Sibiu, Brasov y Craiova, aunque estas son más bien ciudades.
Los mercados de Navidad: Otra de las ventajas de ir en noviembre es que pudimos disfrutar de los mercadillos de navidad. Aunque no todos están abiertos, sí pudimos disfrutar con los puestos de artesanía y comida de Sibiu, Craiova y Bucarest. El que más nos gustó fue el de Sibiu, aunque las mejores luces de navidad que vimos fueron las de Craiova.
¡La comida casera!: Solo diré que volví con dos kilos de más… Además de ser barata, la comida rumana está muy buena. Sus sopas, guisos, la mamaliga, el ciorva de fasole… Platos caseros muy ricos y que podemos probar en prácticamente cualquier restaurante.
¡La gente!: Voy a ser sincero: nunca, en ningún viaje, he estado en un lugar en el que la gente se haya volcado tanto en ayudarnos. No me refiero a echarnos una mano cuando preguntamos algo, no. Me refiero a involucrarse de verdad en resolver nuestros problemas. Y esto en cualquier ciudad y pueblo que hemos visitado. En Rumanía nos hemos encontrado con personas extraordinariamente hospitalarias.